Reflexión en una tarde de verano
Suelen preguntarme qué aspecto del trabajo es el que me impide conciliar el sueño. Con toda franqueza, el trabajo no me angustia demasiado.
No sé si es una peculiaridad de la química de mi cerebro, un mecanismo de defensa que desarrollé como reacción a cierto caos familiar de mi juventud o el resultado de años de disciplina — supongo que un poco de todo — , pero no acostumbro a preocuparme en exceso cuando las cosas van mal.
Y veo en las malas noticias problemas que hay que abordar y resolver, cosas que están bajo mi control y no que me controlan a mí.
Pero también pienso en la empresa donde laboro como objetivo de un ataque y lo único que me preocupa de verdad es saber que, por muy alerta que estemos, no podemos estar preparados para todo. El covid nos lo ha demostrado.
La escritura es la mejor manera de darse cuenta de que la mitad de las ideas que estés 100% seguro de que sean reales no tiene sentido una vez que los pone en el papel.